Sentada en un parque, bajo la sombra de un árbol con sus hojas mirándola desde arriba. De pronto un salto,un salto que ilumina todo, porque ÉL se acerca con su luz, y allí se produce esa aproximación que tanto esperó cada uno en su mundo, cada uno en su casa, cada uno rodeado de sus pertenencias, sus muebles. Pero ahora cada mundo es uno solo. Esos dos mundos se enredan como lana y se convierten en uno solo.Y eso les da gusto. Aman esa sensación que los mantiene de pie para continuar y seguir compartiendo esas tardes de té, de mates, de café, sentados frente al mar, sin importar nada de lo que suceda a su alrededor, sin pensar en nada mas que en ellos mismos. Ya el gas de la estufa va a ser inútil, porque el frío terminó, ahora se tienen en el uno al otro con esas miradas ardientes y fugitivas. Todo es Sol, todo se ilumina cuando ellos se juntan para ser una sola persona. Pero en ese momento una nube inesperada en forma de loba tapó ese sol refulgente. Sus manos se soltaron, sus dedos dejaron de tocarse, y todo se volvió frío, insulso, duro, como el cemento hecho de cal. Él dejó de ser tan gesticulador, y su cara se tornó vacía, sin gracia alguna. Esa sonrisa que como hijo había heredado de su padre, esa sonrisa tan cálida, había desaparecido. Y cada uno volvió a ser parte de sus mundos separados.Cada uno acostado en su cama pensó en el otro, sus recuerdos eran frescos como una hojita de menta, y cada uno de esos recuerdos se impregnaban en sus sienes, recordando cada instante. Ella se dio cuenta de que él se había vuelto el rey de su vida, y él se dio cuenta de que ella era necesaria para seguir existiendo. Pensaban que todo había llegado a su fin pero el sol salió nuevamente a resplandecer, la nube había desaparecido y las tormentas se habían alejado. El sol brillaba en el cielo, y parecía tener ganas de quedarse allí. Se reunieron como amigos,pero ya no eran más amigos. Ya no dibujaron una cruz en los árboles sino un corazón, un corazón con iniciales dentro. Comenzaron nuevamente uno camino juntos, sentados mirando al mar, con sirenas cantando y algas moviéndose de un lado hacia otro. El azar los había unido en un principio, pero ahora los dados ya no pertenecían a esta historia, sino más bien el destino. El cielo volvía a iluminarse porque ellos volvían a estar juntos y eran inseparables. Sus caminos ahora iban por el mismo riel. Toda la naturaleza los ilumina y los envuelve, desde el sol hasta las estalactitas, desde el mar hasta aquellas montañas que observaron desde un mirador. El corazón tallado en aquel árbol quedó para siempre allí, símbolo de su amor; Ella estaba unida a su hombre para siempre, ni un rayo sería capaz de separarlos. Esa ternura que emanaban era comparable a un osito de felpa. Si no estaban cerca sentían una sensación de vacío, una sensación de sed del otro,sus extremidades se endurecían por el frío que sentían. Por eso necesitaban estar cerca, porque juntos sentían hasta una insolación de tanto que brillaba el sol sobre sus cabezas y al parecer eso les producía satisfacción porque ya no sentían clavos en sus cuerpos, sino satisfacción, al igual que un coito. Y ellos estaban agradecidos a Dios por haberse encontrado, porque ya no tenían más temor, solo se tenían el uno al otro, ella tenía a su hombre, él a su mujer, y cada uno vivía por ese amor.
Melina ~
(Historia insipirada por la canción "Por" de Luis Alberto Spinetta)
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